Hoy en Frikigen vamos a hablar del que considero uno de los RTS (Real-time Strategy, o lo que es lo mismo, estrategia en tiempo real) más importantes e influyentes de la historia.
Dicho juego es, ni más ni menos que Warhammer 40k: Dawn of War. Sin embargo, durante este escrito no me voy a referir únicamente al juego base, sino a dicho juego junto con todos sus DLC’s, conocidos en la época como expansiones. Y es que, gracias a un modesto PC que me «agencié», estoy reviviendo las grandes y sangrientas batallas que tantas horas de diversión me han dado hace casi 20 años.
Dicho esto, adentrémonos en el campo de batalla de la mano de los imponentes Marines Espaciales en este gran juego de estrategia desarrollado por Relic Entertainment y publicado por Sega y THQ.
Del tablero a nuestras pantallas
Para quienes no lo sepan, Warhammer 40k: Dawn of War es la adaptación a videojuego de uno de los juegos de mesa/miniaturas más importantes y legendarios de la historia. Tanto en el juego «tradicional» como en dicho videojuego, diferentes facciones se enfrentan en encarnizadas batallas por el control de los diferentes territorios de este oscuro universo futurista.
En Warhammer 40k: Dawn of War, si tenemos en cuenta todas sus expansiones (Winter Assault, Dark Crusade y Soulstorm), además de toneladas de contenido, tendremos a nuestra disposición a multitud de facciones jugables. Dichas facciones, o razas, son las siguientes: los implacables Marines Espaciales, los terroríficos Marines Espaciales del Caos, el gran ejército de la Guardia Imperial, los no-muertos cibernéticos Necrones, los antiguos Eldars, los crueles Eldars Oscuros, los chatarreros Orkos, el avanzado Imperio Tau y las temibles Hermanas de Batalla.

Como podéis ver, podremos controlar a un total de 9 ejércitos, cada uno con pequeñas diferencias jugables y multitud de unidades de infantería y acorazadas diferentes. Por poner un ejemplo, los Marines Espaciales se caracterizan por poseer una combinación de potencia de fuego y armadura devastadoras, mientras que los Orkos y la Guardia Imperial, más débiles en comparación, ahogan a sus enemigos con un gran número de soldados dentro de sus filas.
Por otro lado, mientras que en el juego base podremos disfrutar de una campaña más tradicional y lineal, sus expansiones «Dark Crusade» y «Soulstorm» poseen unas adictivas campañas que mezclan las mecánicas de un juego de tablero con las emocionantes escaramuzas estratégicas características de la saga. Esto se debe a que en sus modos principales deberemos luchar contra la CPU por conquistar un mapa de territorios en el que deberemos meditar bien cada uno de nuestros movimientos si no queremos fracasar.

Además, con cada victoria, desbloquearemos poderosas y útiles piezas de equipo para nuestros héroes, así como mejores unidades y diferentes «perks» que nos ayudarán en el campo de batalla. En resumen, y como hemos indicado unas líneas más arriba, adicción pura y dura.
¡Guerra total!
Cabe mencionar, que el juego que nos ocupa es el primero de una trilogía, sin embargo existen claras diferencias entre las diferentes entregas de esta saga desarrollada por Relic Entertainment.
Este primer Dawn of War se centra más en la gestión de una base militar y sus recursos para, posteriormente, crear un poderoso ejército y nuestras unidades. Además, deberemos controlar el campo de batalla controlando los diferentes puntos estratégicos que nos proporcionarán energía y demás recursos, lo que será determinante para alcanzar la victoria.

Por otro lado, las entregas posteriores de la franquicia se centran más en las batallas entre unidades y héroes, donde tendrán bastante importancia sus mejoras y equipamiento. Es decir, tendrán un pequeño componente de RPG como el que tenía, por ejemplo, Warcraft 3 en su día.
Aquí ya entran en juego los gustos de cada jugador, sin embargo, me aventuro a decir que, aún siendo juegos de gran calidad, con el primer Dawn of War estamos ante la mejor entrega de la serie. Además, y pese a ser un juego lanzado originalmente en 2004, envejeció de maravilla, sigue siendo un juego resultón a la vista pese a los años y terriblemente divertido.
Además, precisamente por su edad, es un juego que se puede disfrutar de maravilla en cualquier PC, incluso si tu viejo ordenador tiene la misma potencia bruta que una tostadora. Pero insisto, a pesar de sus requisitos irrisorios, visualmente aguanta el tipo a día de hoy, otorgándonos batallas brutalmente impresionantes.

Por último, destacar que además de los modos principales, podremos disputar escaramuzas contra la CPU o multijugador y, además, personalizar nuestros ejércitos con diferentes colores y emblemas… ¡como si del juego de mesa se tratase!
Conclusiones
En definitiva, Warhammer 40.000: Dawn of War es un juego que cualquier fanático de los juegos de estrategia debería, como mínimo probar. Por supuesto, es un imprescindible para los amantes de Warhammer.
Estamos ante un completísimo juego de estrategia, con infinidad de contenido y toneladas de diversión. Además, si buscáis un poco, seréis capaces de haceros con el juego base y todo su contenido adicional por poco más de lo que os cuestan un par de cervezas… o zumitos, eso ya depende de cada uno de nuestros lectores.

Dicho esto, disfrutad de los videojuegos y nos vemos en el próximo Retro Artículo.